martes, 26 de marzo de 2024

La religión en "En el nombre de Arcadia" (2ª parte)

 

El cortejo de la Hermandad que aparece en el segundo de la trilogía. Si llegáis hasta el final leeréis detalles sobre esto inspirado en la Semana Santa y llevado a un mundo de fantasía ambientado en una época similar a la Edad Media.

Con la primera parte tenéis tenéis el esbozo de la religión en este mundo y de qué forma cobra protagonismo en la historia; de qué forma el bien lucha contra el mal. También os digo que no todo es pura luz oscuridad. Incluso en el reino de Arcadia que surge como una forma de instaurar en la tierra ese edén; el paraíso del que hablaba Domine; el cielo que para ellos es el Reino de la Luz Divina.

Os voy a contar algo curioso y con esto ilustro cómo hasta yo he cambiado con este libro. Cuando vemos una noticia, una salvajada que ni siquiera voy a ejemplificar aquí —ya lo hago en los libros—, he escuchado a los demás sacando lo peor si tuviera delante al criminal. Se le ocurren ideas de tortura que ni en la Inquisición. Muchos, de hecho, están a favor de la pena de muerte. Como dije al principio, para idear este mundo recurrí a la Biblia y en el caso de justicia a la ley del ojo por ojo y diente por diente; ese «A quien a hierro mata, a hierro muere».

Ya en revisión Mensajes de ultratumba y a punto de publicarse, leí los libros de Allan Kardec y, no exagero, marcó un antes y un después en mi propia vida; más aún como cristiano. Lo que buscaba era la verdadera santidad que quiero reflejar en los libros de mi mundo y en la doctrina espirita la encontré. Por cierto, os recomiendo su lectura que más allá de médiums y mesas giratorias, trata temas y responde a cuestiones tan mundanas como el aborto, el crimen, el suicidio, etc. Comprendí que, valga la redundancia, en verdad no era difícil de comprender que cualquier sistema de justicia que emplee la tortura o la pena capital, por aberrante que fuera el crimen, no es digno de aquellos que quieren alcanzar la santidad. El estropicio ya estaba formado en el primer libro, pero al final resultó enriquecedor los cambios en los sucesivos. Aporta a la historia el que lo anormal sería ser perfectos, como pretenden los elfos de mi mundo. Por cierto, en relación con el tema que nos atañe, los elfos creían que su agnosticismo, no poner nombre a la divinidad ni personificarla, era lo ideal; la verdad sobre esa inteligencia y fuerza suprema que mueve los hilos del universo. Estos errores, siempre que tengan un sentido, aporta riqueza a las tramas errar y aprender; como yo hasta que leí los libros de Kardec.

Hablamos de un aspecto importante en las religiones, tanto de mi mundo como del nuestro, como es la interpretación; lo que puede llegar a ser hasta peligroso. Para el cantar de gesta del caballero Pelayo y la princesa Valada, comencé con la fundación de la Orden Dorada. Un santo sacerdote, Teodomiro II el Grande, recién comenzada la Segunda Guerra Imperial que enfrentó a dominianos y korwinianos, miró al sol y vio una cruz; de ahí que el símbolo de la orden fuera una cruz solar. Revisó las Escrituras en busca de su significado y dio con una máxima de Domine que decía: «Yo no he venido a traer la paz en el mundo, sino división y espada». No es difícil deducir qué interpretación le dio y el que esto marcara la fundación de una orden militar y religiosa. La verdadera en la que me inspiré la encontraréis en Mateo 10:34-36. Además, esta máxima que me llamó la atención la conocí en uno de los libros de Kardec: El Evangelio según el espiritismo. Esta máxima advertía de lo que iba a ocurrir; que Jesús no iba a unir a los pueblos, sino enfrentarlos; muchas veces incluso en su nombre como ocurrió en las cruzadas.

Con esto voy terminando. Al principio, cuando me inspiraba en la Biblia, atendí a la Ley de Moisés. Aparte de encontrar en el decálogo «a la hechicera matarás» o «si el amo mata a su amo, no es asunto de Dios», me llamó la atención Éxodo 20:4-6 que dice así:

 

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

 

Me llamó la atención porque siendo cofrade desde pequeño, llegué a pensar que la Semana Santa violaba esta ley. En el segundo de la trilogía quise incluí una procesión que, en un estilo ficticio medieval, encajó muy bien. Nuestros personajes de la rama clannadur en principio veían que vulneraba esta ley, pero encontré la aclaración que daba la Iglesia y así lo solventé. Ya en el primer libro, en la descripción del Gran Templo de Tiodlacdia aparece una imagen de Domine labrada en piedra que presenta tres dedos en señal de bendición; en el segundo, unas imágenes que procesionaban en andas con el cortejo de encapuchados de la Hermandad. Lo que se prohíbe es adorar las imágenes, que no venerar que es distinto; aunque estos dominianos sí que las adoraban. Os dejo este fragmento que sintetiza la esencia de la rama clannadur del dominianismo. Uno de los personajes que ora —le habla a la Luz Divina— en ese momento en un templo del dominianismo oficial frente a dichas imágenes de oro:

 

Perdónales porque labraron este altar con herramientas indignas; así como las gradas que ascienden hacia él y, quienes suben, muestran su desnudez ante ti. Perdónales porque se postran ante imágenes y no solo dicen que te representan, sino que te ven en ellas como un ídolo. Perdónales por esta vanagloria a la que rinden culto en tu nombre. Perdónales porque tergiversaron tu palabra a su conveniencia. Sé que comprendes que tanto deslumbra el oro que les impiden verte y lo que acontece a su alrededor.

 

Por otra parte, los personajes dicen que es meritorio en una hermandad que antepongan las obras de caridad al patrimonio. En este caso, en tiempos de sequía, malas cosechas y hambrunas, procesionan la imagen de Mater y el Niño Domine en brazos de oro; cuando con el valor de ese oro comerían muchos necesitados. Además, el motivo de la procesión era clamar al cielo las lluvias; todo, irónicamente en una de las muchas festividades dominianas con origen pagano como era la de la Luz Purificadora de Domine; para nosotros equivaldría a la Candelaria; que a su vez tiene su origen en las Lupercales romanas.

En la misma festividad, costumbre tomada de nuestra Medievo, antes de la procesión se teatralizaba en el templo el momento a representar. En mi mundo se le llaman Misterios y en el nuestro eran los autos sacramentales. También era costumbre en otra festividad, la más importante para los dominianos, como era el Sagrado Natalicio. Esto tiene mucha relación con la premisa de la trilogía. A igual que ocurría en nuestra Edad Media, la mayoría de la población era analfabeta y la mejor forma de predicar la Palabra era mediante la teatralización. Tanto en nuestro mundo como en este, a la gente se le llegaba a prohibir el acceso a las Escrituras (excepto en Arcadia) y estas sufrieron tantas revisiones que se reescribieron a conveniencia del Clero, reyes y gobernadores.

No contaré más, que bastante sesión de lectura os he dado ya, y el resto lo dejo a vuestra interpretación. Siempre os digo que vuestras ideas y opiniones son enriquecedoras, incluso puede que inspiradoras. Os resultará más curioso si habéis leído el libro y, lo que aún no, esto es un anticipo de lo que os encontraréis en detalle.

Se dice que lo último cobra mayor fuerza. Por eso dejo para terminar esta entrada una pregunta que tanto creyentes como no creyentes se han hecho; muchos incluso renunciaron a la fe por esto: ¿por qué Dios permite que pasen cosas malas? A menudo a gran escala, lo que llega a convertir el infierno en la tierra. Al final de Mensajes de ultratumba el sacerdote Declan da una idea al comparar lo que le pedimos a Dios con una tienda a la que vas a comprar, pagas y te llevas lo que quieres. La cosa no funciona así, como si fuera el genio de la lámpara que te concede deseos. Gracias a la lectura en general, a los libros de Kardec en concreto, encontré la respuesta; lo que incluyo en el segundo de la trilogía cuando los personajes se hacen esa pregunta en tiempos de tribulación. 

Si os ha parecido tan extenso como para dividirlo en dos partes, os digo que solo os he mostrado la punta del iceberg. Los libros, evidentemente con cientos de páginas, dan para un desarrollo y mostrado en la historia; cómo la religión influye en las tramas y de qué manera está presente en los personajes. Y por supuesto, os agradecería vuestros comentarios; conocer vuestro punto de vista y compartir ideas que eso es lo enriquecedor. 

Gracias por leerme.

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