domingo, 23 de julio de 2023

Casual, o no, encuentro con el origen. Donde empezó todo

 

El origen y la consecuencia posando juntos. Mucho simbolismo tiene esta imagen. Uno como el resultado de otro.

Esta mañana de 23J, madrugué para tomarme el café y arreglarme con tiempo. El primer pensamiento del día lo he dedicado a los políticos —me ahorro los detalles—. Me presento, una vez más y consecutiva, en el colegio electoral. ¡Vaya, qué pena! Constituyeron la mesa en la que debiera de haber estado ocupando el cargo de suplente 1º de presidente. Asegurado de que cumplí con la ley, me marché.

Parece una minucia. De vuelta a casa me llamó la atención el efecto de los rayos de sol que se colaban entre las nubes. Busco esa imagen, con ese efecto y en un lugar determinado, para las acuarelas que crearán la portada del tercer libro de En el Nombre de Arcadia. El pasado año se instalaron diversos puntos de Córdoba depositarios de libros. Atendiendo a la llamada del libro, como si de un ritual se tratara, me paro en todos los que me encuentro. Quizá estuviera en el momento y lugar indicado o quizá no fuera casualidad. Salta a mi vista El misterio del eunuco, de José Luis Velasco. Y aquí comienza la historia:

Uno no se levanta un día y dice «¿qué quiero ser de mayor? Escribir libros mismo, a ver si me hago famoso y gano mucho dinero». Hay quien lo piensa así. Como ya comenté en una entrada dedicada a la Navidad en el blog de Así es la vida, la primera historia la escribí en 1999, en un ordenador Canon, monitor monocromo —los caracteres eran tan verdes que cuando apartaba la vista lo veía todo morado— y MS-DOS. Bendito regalo de mi primo Juan Antonio Ríos. Pero la verdadera historia y, mi vocación, comenzó cuando cursaba sexto en el colegio de primaria de Springfield, digo, Cronista Rey Díaz. En Lengua, nuestro profesor, don Francisco, nos alentó a escribir redacciones. Pero el verdadero origen fue en las lecciones acerca de los textos literarios. Me estudié esa parte como ninguna otra en la asignatura y quise poner en práctica la teoría; quise contar historias, aunque nadie las leyera. Descubrí que escribía para mí y por puro placer. En esa época salieron los primeros manuscritos en cuadernos escolares —los de cuadritos y dos rayas—. Lo primero fue una biografía: Historia y vida de José Luis de Bidasoa. Recuerdo que conté cincuenta páginas y eso para mí fue un logro. Con lo que me quedo hasta la fecha fue la inspiración. Narraba la vida de aquellos niños de la España de la posguerra que debían dejar el colegio para trabajar en el campo. Conocemos bien esa historia, ¿verdad?, la que nuestros mayores nos han trasmitido. Es emotivo recordar que, por motivos obvios, mis abuelos, Francisco Ríos y Concepción Raposo, leyeron el manuscrito. Les dije que la suya, la que vivieron por suerte o por desgracia, me inspiró. Esperaba que les trasmitiera algo, que se sintieran identificados. 

De pequeño, mi madre a los mandos del carrito y mis abuelos en 1990. Lo curioso de esta foto, es que la encontré en el ¡Archivo Histórico Municipal de Córdoba! Otra casualidad... o no.

 

Pasé un viaje de fin de curso espectacular con compañeros memorables y, al regresar al colegio, uno se enfrentó al terrorífico boletín de calificaciones. Como decía al principio, casualidad o no, don Francisco me aprobó Lengua —de suspender habría repetido curso—, con la condición de asistir a clases de refuerzo en 1º de la ESO.

He aquí una especial mención a mi profesora de Lengua e Inglés, ya en el instituto, doña Elvira. Ella influyó en el amor por la literatura. Gracias a ella me gustó escribir alguna poesía. Hablamos de 2001, la época en la que las librerías se engalanaban ante fenómeno de Harry Potter, de la mano del estreno de la primera película. La vi tantas veces que, en una hora libre, en clase, me puse a escribir el guion y paré porque me dije «¡para ya, loco, que vas a escribir toda la película!». Días más tarde, comencé una historia acerca de unos niños que se conocen en un colegio de magia y hechicería.

Lamento no recordar el nombre de la profesora de refuerzo. Aún parece que la estoy viendo con su pelo negro, corto y cardado; semblante serio, pero de gran corazón. El ambiente castizo contribuía: el instituto Luis de Góngora, un edificio del S.XVI, evocaba y te transportaba a otros mundos y otras épocas. El que lleve el nombre del gran literato del mismo Siglo de Oro ya dice mucho.

Aquella profesora nos leía clásicos y nos hacía partícipes. Aún conservo como oro en paño Platero y yo; el primero que nos mandó comprar. Y el siguiente fue El misterio del eunuco. Ya os digo que el ambiente y la dedicación con la que leía la profesora influyó muchísimo para que acogiera aquella novela; me hiciera click en alguna parte de mí. No quisiera alargarme y daros una sinopsis cuando se puede consultar por internet o comprar directamente el libro. Son esos libros que te apena cuando acaban y te dejan con ganas de más. Y yo, que ya tenía la literatura entre ceja y ceja, aunque no terminaba de despertar, quise continuar o contar mi propia versión de aquella historia.

Tenía un bloc en el que escribí las primeras de una historia que titulé La casa de la muerta —ni que decir hay que trataba sobre mi ya género predilecto que es el terror—. Lo taché y volví a hacerlo con Muerte en el alcázar. Azahara Abajar: una vida de sacrifico, ese fue el definitivo. Con el mismo boli dibujaba ilustraciones en las cabeceras de los capítulos y los coloreaba con ceras. Cuando acordé me bebí las ochenta páginas del bloc. Eso no fue suficiente. Volví al Todo a 0,60 (aunque para mí siempre era el Todo a 100 o los Veinte Duros) y mis padres me compraron uno rojo. La segunda parte, Azahara Abajar: devoción azaharina, la escribí en el mismo 2002. Por si esto queda para la posteridad, detallo que la acabé en la casa de mis abuelos ya mencionados al principio, en el patio de la casa nº 16 de la calle Cádiz de Lebrija (Sevilla); en mi rincón favorito, que eran las escaleras de acceso a la azotea. Cuando puse el último punto final, saltaba como loco exclamando «¡he terminado el libro!». 

La primera plana con aquella novela de terror que quedó en unas líneas. Esto es muy mío y lo admito: empezar algo y seguir con otra cosa.

 
Las otros escritos ya mencionados, mis créditos y el comienzo de Azahara Abajar. Observad la ilustración y las faltas de ortografía, de gramática, de estilo... Pero le tengo cariño, con sus miles de defectos, porque es parte de mi historia y muestra de mi crecimiento.

¡Había escrito un libro! Aquel chaval tuvo la ocurrencia —bendita ocurrencia— de enviarlo a su editorial favorita. ¡Quién no ha leído esos libros del Barco de Vapor! Metí los dos cuadernos en un sobre y lo envié a SM. En la carta de presentación admitía que no tenía talento, que comprendieran que era un chiquillo y tuve que escribirlo a mano. Lo que no tuvo desperdicio fue el excusarme por las faltas de ortografía. Pero lo que no tuvo desperdicio fue la respuesta. Quiero pensar, al igual que ese bloc rojo, que la carta siga oculta en algún rincón de mi casa. De tenerla delante, la conservaría como si fuera un diploma. Por lo que recuerdo, decían que no era lo que les interesaba para publicar —hoy lo entiendo—, pero que vieron en mí un talento y que no dejara de escribir. Ese ánimo compensó la tristeza por el rechazo. Por si no fuera poco, me obsequiaron con un ejemplar de El hijo de la hechicera, de Catherine Fisher. Por entonces, había transcurrido un año desde que terminara el libro y, adivinad dónde me lo leí: en la casa de Lebrija. 

tengo pendiente una relectura. Me gustó por entonces y, ahora más amante del género de fantamisterio, lo apreciaría muchísimo mejor.

 

Ha sido suficiente clase de lectura por hoy. En otra ocasión os contaré lo que siguió después: guiones u obras de teatro —según se mire— e Historias de Roberto: más que una novela son hormonas adolescentes. Esa que escribía por las noches en WordPad mientras escuchaba Sergio Contreras, la guardo en el cajón de sastre con cariño; a pesar de lo desastrosa que la veo ahora. Creo que nunca verá la luz.¿Y Azahara Abajar? La publicaría de preservar la inocencia del niño que la escribió, aunque a pesar de ese candor, hoy sería políticamente incorrecta.

Por cierto, aprobé tanto Lengua como Refuerzo.

jueves, 13 de julio de 2023

Publicar un libro o publicar libros

Me asaltan en redes sociales anuncios de editoriales (unas de autoedición o autopublicación) y otras tradicionales que invitan a escritores a enviar los manuscritos. He de admitir que paso un tiempo considerable de mi vida leyendo los comentarios, de todo tipo, y que no tienen desperdicio:
  •  "Si escribo mi vida en un libro, eso se convierte en  bestseller".
  •  "Yo más que escribir, quiero ganar dinero vendiendo libros como rosquillas". (Estos son de mis favoritos). 
  • "Quiero que me escriban el libro". 
  • "Yo soi escritor. E puvlicado con hesta editorial". (Empatizo con los correctores ortotipográficos y ya no digamos con los de estilo). 
  • "No confiéis en una editorial que te cobran por publicar", (No sabe cómo funciona la autoedición y autopublicación). 
  • "Yo tengo una istoria que va a ser ,; un vombazo .  Antes de henbiarla a la editorial quiero rejistrarla
Ed: Te hemos enviado un mensaje privado con toda la información.". 

Salta a la vista, ¿verdad? Que hay editoriales, incluso tradicionales de cuya calidad dependerán las ventas y recuperar o ganar lo que la misma editorial ha invertido, que les responden. Se agradece la oportunidad que dan a escritores noveles. Pero, al fin al cabo, aceptan manuscritos o no. Incluso una editorial de autoedición tiene unos criterios porque, más allá de las ganancias, en la calidad, las buenas reseñas de sus publicaciones, está la imagen de su sello. 

Hay una moda y todo el mundo quiere publicar, ya no solo escribir. Hay personas que solo quieren publicar un libro, ya sea para venderlo o regalarlo a familiares y amigos. Porque en la vida hay tres cosas que debemos hacer: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Alguien que no sepa escribir ,digámoslo así, también puede publicar si contrata a un escritor profesional. Pero ¿y la historia? Puedes haber tenido una vida interesantísima, aunque no hayas sido amigo del dalái lama. Pero serán los lectores los que lo decidirán y lo reflejarán en las ventas; amén de las reseñas. A su vez, el éxito y el interés de los lectores por tu obra se reduce, hablando en plata, a cotilleo. Cuando se publicó Harry Potter y la Piedra Filosofal en 1997, gran parte de su éxito, ya desde el propio lanzamiento, se debió al cotilleo pero el bueno. ¿Regresará Voldemort? ¿Por qué la cicatriz de Harry tiene forma de rayo? ¿Cuándo publicará la autora el siguiente libro? 

Por cierto, ya que hablamos de novelas, en dichos comentarios ofrecen relatos y algunos cuentos, pero muy rara vez las susodichas. Podrían novelar sus propias memorias y hacer de su biografía contada algo mucho más interesante. Pero es inútil seguir si obviamos la pregunta que esta entrada tiene como título. Desde hace un rato me he referido a los que quieren publicar libros y dedicarse a ello; que le pongan su nombre a una calle porque habrá dejado un legado. 

Si quieres dedicarte a ello, empieza por leer mucho. Ese es el consejo de oro... y lectura comprensiva. Escribir y escribir y escribir también, por supuesto. Escribir y leer, como hábito, lo asemejó a tocar a diario un instrumento. Cómo se dice en el argot, entre músicos, no pierdes labio. Pero eso no es suficiente y muchos profesionales olvidan o pasan a un segundo plano un tercer consejo tan o más importante: formarse. De la vocación ni hablamos. ¿Y la cultura general? 

No es necesario estudiar la carrera de escritura creativa, no cuando vivimos en la era de internet en el que miles de escritores y formadores nos enseñan desde cómo construir personajes, tramas o diálogos coherentes y atractivos. Muchos de ellos ofrecen cursos en plataformas, pero se valora muchísimo que dediquen su tiempo ofrecer recursos para escritores. Desde mi experiencia, aparte de la vocación que me viene desde la infancia, de esa manera me he formado. Y mucho más he aprendido con los correctores de mi editorial. 

No es necesario que os gastéis una pasta en un máster de escritura, pero sí es bueno que valoréis esos cursos. Echadle un ojo a Udemy y Domestika. Lo que es necesaria, es la paciencia; para empezar desde abajo e ir mejorando a la par del empeño y dedicación que le ponéis. Mucho antes os habréis hecho la pregunta, ¿verdad? ¿Queréis publicar un libro o queréis publicar libros? 

domingo, 2 de julio de 2023

"Un rinconcito de Cádiz"

 Os enseño una de mis acuarelas para refrescar tanto el blog como a nosotros. Cádiz es para mí algo más que una fuente de inspiración -tanto literaria como pictórica-; es la ciudad en la que nació mi bisabuela materna y, en cuya provincia (Sanlúcar de Barrameda), mi abuela y mis tíos. 

Un rinconcito de Cádiz, así la titulé. Está pintada con acuarelas en tubo de la marca Artix (comprada en un bazar junto con los pinceles) en papel Arches de 300g, granularidad fina y formato A4.

La foto que sirvió de inspiración:

En cuanto al libro, ya conozco la fecha de lanzamiento. Estad atentos a las próximas novedades. A partir de mañana lunes, con la editorial, comenzaremos la promoción y, en el transcurso, anunciaremos el sorteo de un ejemplar de En el nombre de Arcadia. Mensajes de ultratumba que Ediciones Arcanas realiza con los nuevos títulos que publica. También se dará a conocer muy pronto la cubierta, cuyas imágenes para portada y contraportada, son acuarelas que siguen el estilo que veis en la que comparto. El trabajo del diseñador gráfico ha quedado increíble.

Por cierto, decía que tanto Cádiz como Sanlúcar, son fuente de inspiración también en lo literario. Cuando leáis el libro reconoceréis los ejemplos, así como otros lugares; mi ciudad y provincia, Córdoba, no falta.

Feliz domingo y ánimo para aguantar este calor. Si tenéis ocasión de pasarlo en la playa o en la piscina, mucho mejor que poneros frente al ventilador y un vídeo de YouTube -un ASMR con el sonido de las olas- como única opción para imaginar que estáis fresquitos sentados a la orilla del mar (me he acordado en Gandalf en los Puertos Grises 😁). En ese panorama pinté esta acuarela allá por el 2021. 

¡Hasta pronto!