miércoles, 18 de octubre de 2023

¿Te atreves a entrar? PARTE IV: Dar credibilidad a lo increíble

 


En la parte anterior hablamos de la investigación histórica para buscar respuestas en la historia que se iba desvelando. Puede haber otra paralela, la investigación paranormal, y ambas se complementarán. Seguimos con el fallecido que pide ser desenterrado de la fosa. Eso lo decide un juez. El testimonio será valioso, pero más las pruebas a presentar. Sobra decir que una psicofonía no la admitirá.

El materialismo de la Administración no desanimará a nuestro equipo de investigadores. Las respuesta es obvia y refuerza el mensaje de esta parte: creen en lo que hacen. Por lo general su cometido es recabar pruebas de la existencia de los espíritus y no tienen por qué demostrarlo ante una autoridad escéptica. Aquí tienes la psicofonía; si lo crees bien y si no, pues no te lo creas.

Llega el momento en el que vemos un despliegue técnico y de profesionales; más propio de la ciencia ficción que del terror. De nuevo observamos la hibridación de géneros. Supongamos que la investigación ha sido fructífera porque han captado de todo… y no solo ellos, sino el soporte electrónico. Nos referimos a algo tan fantasioso, irreal (nótese la ironía), como alteración en el campo electromagnético, han sonado las alarmas activadas por sensor de movimiento, una masa cálida ha captado la cámara termográfica y una figura por la Kinect (la cámara que utiliza la Wii y la Xbox para captar movimiento). Han extraído un fotograma de la grabación de unas de las de visión nocturna. Se aprecia con claridad una sombra asomada a una puerta. No muy lejos de allí, en una sesión con la Spirit Box que consiste en un barrido de frecuencias de radio, un Fenómeno Electrónico de Voz ha respondido a las preguntas que los investigadores formulaban. El cámara acompaña a sus compañeros de equipo, por las pruebas no fueran suficientes. Quizá encontremos más interesantes las que nos aporta una de ellas que es sensitiva.

Como adelanté en la primera parte, ha llegado el momento de hablar del sexto sentido. No lo escribo ni en mayúsculas ni en cursiva porque no me refiero a la película. Pues bien, desde la escuela aprendimos que tenemos cinco sentidos. Como ya sabemos respecto a la ciencia —lo que no se ha demostrado mediante el método científico (se ha replicado en un laboratorio)—, no existe tal sexto sentido. Es curioso que se niegue cuando la ciencia sí que admite el desconocimiento de la mente humana. Se conocemos mejor el universo que nuestro cerebro. Lo más sensato sería conjeturar que el sexto sentido radica en una de las áreas aún inexploradas. Lo que sí tenemos son pruebas y muchos de vosotros lo habéis experimentado. En el folklore popular, para quitarle hierro al asunto y que no nos tachen de locos, se suele decir «soy medio bruja» o «llevo un brujo dentro». Este caso cobra magnitud en los lazos que unen madres a hijos, y no solo desde la infancia. Si el hijo, aun adulto, sufre un accidente, su madre lo percibe. Percepción es la palabra que mejor describe el sexto sentido. Como le ocurre a nuestra sensitiva en esta investigación, nosotros lo hemos experimentado alguna vez. Aunque no lo veamos, percibimos la cercanía de alguien; incluso podemos especificar si nos sentimos observados. Podríamos seguir tan solo citando facultades aún no reconocidas por la ciencia: la precognición, la comunicación extracorporal, la telepatía, la telequinesia, la videncia o algo que nos resulta más familiar como es la intuición. Entramos en el campo de la parapsicología y aprovecho para desmitificar su labor. No, ellos no son cazafantasmas. La parapsicóloga del grupo colabora en la investigación, pero, sobre todo, presta atención a la sensitiva; la estudia. En parapsicología, la sensitividad nace de la propia sensibilidad. Estas personas tienen la capacidad de ver a los espíritus, aunque, a diferencia de los médiums, no pueden comunicarse con ellos. Y no solo verlos. Los sucesos ocurridos en un lugar o en torno a estos desencarnados quedan impregnados. Esto es familiar en los hospitales, lugares en los que se concentra el dolor del sufrimiento y la muerte; también la alegría del nacimiento; las emociones, al fin y al cabo. Una persona sensitiva percibe esa energía residual, lo que le permite ver qué ocurrió. Sí, como digamos… una máquina del tiempo. Esta facultad, también asociada al sexto sentido, no la mencionamos. El término técnico es retrocognición.

Tenemos pruebas, pero más importa la credibilidad que se haya granjeado quienes las presentan. Ya vimos casos como el de Carlos Name. Si a alguien se le descubre el fraude, el montaje le habrá quedado perfecto y habrá engañado a todos, pero para la próxima a nadie va a asustar porque nadie lo creerá. Aquí entra en juego algo tan crucial como las propias pruebas: la honestidad. Conocer que, quien te lo cuenta ni pierde ni gana con mentir, es importante. Imaginad que alguien os para por la calle y os dice ha visto un fantasma. Lo normal es que no le creas. ¿Pero si te lo dice tu mejor amigo? Lo conoces tan bien, que sabes si te miente o no.

Durante una investigación, ante un fenómeno, el equipo no da por hecho que ha sido obra de una entidad. Una vez descartan el origen natural, entonces comenzarán a relacionarlo con el campo de lo paranormal. Es lo que ocurre con los famosos exorcismos. Los supuestos endemoniados primero pasan por exámenes psiquiátricos. Lo vemos con Regan en El Exorcista.

Hasta ahora no hemos tocado el terror cósmico. Aquí ocurre más de lo mismo respecto a pruebas. Ya no hablamos de fotos del cielo en donde aparece una masa oscura que identifican con un ovni. Tampoco de los testimonios de aquellos que relatan desde avistamientos hasta contactos. Como ocurre con todo testimonio, volvemos a lo dicho acerca de la credibilidad del narrador. Este apartado es para referirnos a testimonios y pruebas de militares; especialmente pilotos e incluso altos cargos. Si habéis leído el libro de Iker Jiménez, La noche del miedo, que relatan los hechos reales ocurridos en la Base Aérea de Talavera La Real, sabréis muy bien de lo que estamos hablando. Y lo dicen los militares, que por norma se deben al escepticismo.

Pero alguna vez hubo una simbiosis entre los militares y el campo de los fenómenos paranormales. El famoso matrimonio, los Warren, asistían a un acto y fueron sorprendidos por un mando que les pidió ayuda para realizar una investigación. Cuentan en su libro, Cazadores de Fantasmas, que este fue el principio de una insólita relación con la Administración. Destaco este otro caso: un detective se les acercó para pedirle ayuda. La víctima se llamaba Donna Zorn y apenas Lorraine vio la foto que le enseñó el detective sintió un vínculo. Este los llevó al paraje en el que localizaron el cuerpo. Que el detective acudiera a los Warren, no quería decir que creyera. Esperaba que el matrimonio contactase con el espíritu de la víctima al momento y pronto comenzó a bromear, como buen escéptico. Lorraine se frustró y más cuando no consiguió establecer conexión con el espíritu. De vuelta, cuando el detective se disculpaba por esas bromas, ella dijo que la conexión no era algo al uso que pudiera establecer a voluntad.

Una noche Lorraine se despertó y sintió la necesidad de escribir; lo que en mediumnidad se llama «escritura automática». Relató que la chica trabajaba como dependienta. Entraron unos tipos —unos borrachos de aspecto andrajoso— y la acosaron. Por suerte se marcharon. Justo antes de finalizar su turno regresaron. Esta vez Donna no tuvo tanta suerte. En la misma tienda se turnaron para violarla. La emprendieron a golpes hasta dejarla inconsciente. Envolvieron su cuerpo en papel de traza y la metieron en la camioneta. La llevaron hasta el paraje en el que después encontrarían su cadáver. La quemaron con cigarrillos, lo que le hizo recobrar el conocimiento. Ella gritó y fue lo último que hizo, pues la estrangularon. Aun habiéndose cerciorado de su muerte, la penetraron una vez más.

Lorraine llamó al detective y describió con detalle: desde el aspecto de los agresores hasta el de la propia camioneta. Lorraine sintió la satisfacción de haber ayudado al espíritu de Donna a descansar en paz. Cuenta que se sintió muy feliz y lloró; que la imagen de Donna ocupaba su mente. Gracias a la descripción consiguieron capturarlos y condenarlos. Sobra añadir nada más respecto al caso.

Hemos hablado de los escépticos y no podemos terminar esta parte sin conocerlos más a fondo. Me remito a la clasificación que hizo Allan Kardec en su Libro de los Espíritus:

a)      Aquellos que niegan porque les da miedo. Está ligado a la negación como una de las fases del duelo.

b)      Aquellos que niegan porque son materialistas, por tanto, solo existe lo que la ciencia ha demostrado.

c)      Aquellos que, aun conociendo la existencia de lo sobrenatural, la niegan por orgullo; porque no hay nada por encima del ser humano.

Nunca jamás debemos demonizar a los escépticos, pues al igual que nosotros tenemos nuestras opiniones y creencias, ellos están en su derecho. De hecho, muchos escépticos son referentes en el mundo del misterio. El famoso Dross ha dicho en varias ocasiones que creerá cuando experimente un fenómeno paranormal. El rey del terror, Stephen King, deja entrever en sus obras que conoce a la perfección el mundo de lo sobrenatural, pero no por ello cree. Otro escritor, de culto entre los autores de terror como fue Lovecraft, se consideraba a sí mismo materialista.

De evidencias proseguiremos con la siguiente parte, aunque, en relación con las obras de ficción. ¿Habéis oído hablar de la maldición en torno a películas como Poltergeist y El Exorcista? Aunque imagino que conoceréis menos eso que en el campo de lo paranormal se conoce como «proyección». Quiero leerme el libro de El Exorcista y no me atrevo. Os lo cuento en la próxima, además de una experiencia personal en relación con la referido fenómeno de la proyección.

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