lunes, 23 de octubre de 2023

¿Te atreves a entrar? PARTE V: La realidad supera la ficción

 


Hasta ahora solo hemos arañado la punta del iceberg del complejo mundo del terror, que, no olvidemos, a su vez se engloba en el basto del misterio. No os preocupéis que no vamos a profundizar mucho más; eso lo dejamos para la ficción y… también la no ficción.

Lo primero todo (esto sobra decirlo) es tener interés por estos temas. En ese caso despertarán inquietudes y querrás profundizar; ampliar conocimientos. Está bien comenzar por la ficción. ¿Quién no ha visto, al menos alguna vez en su vida, una peli de terror? ¿Quién no ha leído un libro de Stephen King o un relato de Edgar Allan Poe, Lovecraft o Bécquer? Si pretendéis escribir terror o usarlo para otra cosa, junto con los conocimientos básicos como mínimo, es imprescindible fijaros en estos grandes que mencionamos.

Aunque ojo, que no todo es leer o ver. Sin ir más en lejos, en YouTube tenemos todos los audiolibros y audiorrelatos habidos y por haber. Escuchad una de las famosas leyendas de Bécquer como El monte de las ánimas o La cruz del Diablo, en la cama, a oscuras y, a ser posible, con auriculares. Comprobaréis la experiencia. Eso sentía cuando oía Milenio 3. Ya fuera por la inmadurez, esa ambientación sonora que aderezaba esos temas, las investigaciones en vivo como aquella del restaurante Viandas de Sevilla o la propia oscuridad, os digo que nunca he sentido tanto miedo. Como rezaba en un relato de su colaborador, Teo Rodríguez, el terror radiofónico se siente. Es otro autor al que recomiendo, cuyos relatos también lo tenéis en la mencionada plataforma. No quisiera compararlo con ningún otro, porque cada cual; desde el gran Lovecraft hasta Teo Rodríguez, tienen su estilo y en todo caso consiguen que nos ocultemos bajo la manta. Quiero llegar al gran Juan José Plans. Me fasciné con el primero que escuché, que, en verdad, es el audiolibro de una novela corta, Los misterios del castillo. De él aprendimos la buena conjugación entre el horror y el terror; que monstruos o zombis te estremecieran como los clásicos fantasmas. Por supuesto que escuché relato tras relato. Me apenó muchísimo que no fuera reconocido, o al menos en nuestro tiempo. Se le conoció por su faceta como locutor de radio, en cuyo programa, puso voz a su obra en ese género de teatro radiofónico; lo que después veríamos con Teo Rodríguez y sus dramatizaciones en Milenio 3. Más lo sentí por este autor debido a un clásico del cine español como es Quién puede matar a un niño, reconocida a Chicho Ibáñez Serrador. Él era amigo de Juan José Plans y se inspiró en su novela, El juego de los niños.

Como aquí estamos para ahondar, no nos conformamos con la ficción. Al igual que cuando pretendes ampliar conocimientos en un tema que te interesa, acudes a la no ficción. La práctica no sirve de nada sin la base que aporta la teoría. Comenzando por la lectura os recomiendo empezar por algo que os introducirá de manera muy completa. Me refiero a Los fantasmas de Fritz Leingber. Para no alargarlo demasiado no voy a reseñar cada uno. Os cuento como anécdota que, aun siendo no ficción, reconozco que me dio algo de miedito. Como broche para tal obra, encontrareis al final unos relatos que se disfrutan; aunque no tan estremecedores como la parte expositiva del libro. Entre ellos se encuentra el famoso El holandés errante. Como si cursáramos estudios, podríamos pasar a segundo con Manual del investigador de los fenómenos paranormales de la Ed. Enigma. Su autor, Jorge Liébana, es investigador del equipo de Córdoba Misteriosa y colaborador de Cuarto Milenio. En el libro nos relata con un lenguaje que te atrapa —esto hay que destacarlo— las experiencias en las investigaciones que el citado equipo realiza en viviendas particulares. Detalla, además, la aparatología que ya tratamos en la parte anterior y las evidencias que esta ha aportado. Por su profesión —él es Técnico Superior en Telecomunicaciones e Informática—, se enfoca y es experto en Transcomunicación Instrumental.

Os cuento algo con relación al tercer… conjunto de libros, en este caso. Al igual que las eras en las historia, de acuerdo con nuestro calendario gregoriano la clasificamos según antes y después de Cristo, desde el año pasado divido mi vida entre antes y después de Allan Kardec. Compré el Libro de los espíritus creyendo que iba a encontrar más conocimientos técnicos como en los anteriores, pero estaba muy equivocado. El espiritismo, por estereotipo, lo limitaba a la clásica imagen que muchos tenemos de esa mesa redonda. Los sentados a ella cogidos de la mano con los ojos cerrados y la médium en trance. Pero eso llegaba a ser lo de menos. No añado más, ni del otro de Kardec que me leí. Si os lo leéis, os dará mucho que pensar y las conclusiones que saquéis deben ser muy personales.

Hasta ahora hemos tratado las fuentes de ficción y no ficción que nos servirán tanto de inspiración como para ampliar conocimientos. Pero vamos a darle sentido al título de esta parte y he aquí algo muy interesante. Cuando éramos pequeños y nos asustábamos al ver esa peli de miedo, nos decían «solo es una película». Ya hay que tener valor para cuestionarnos esto y a los hechos nos remitimos. Comenzamos por Poltergeist. No hace falta presentación. De hecho, he querido resaltar este tema al elegir un fotograma de la clásica escena en la que Carol Ann se acerca al televisor y de la pantalla sale el ectoplasma que adopta la forma de una mano.

Nos referimos a esas leyendas en torno a películas e incluso obras literarias. En este primer caso, fuera de cámara, nos encontramos con tragedias como fue el asesinato de Dominique Dune, la actriz que interpretó a hermana mayor de Carol Ann. Sería muy triste cuando en la secuela mencionaron que su personaje iba a la universidad, pero en realidad no pudo aparecer porque al poco del estreno su ex la estranguló y murió tras cinco días en coma.

Recordad a la pequeña Carol Ann, personaje interpretado por Heather O' Rourke. Pudo rodar hasta Poltergeist III. En el transcurso del cual ya estaba bajo tratamiento al ser diagnosticada de Crohn. En 1988, a la edad de doce años, una obstrucción intestinal causó un choque séptico y… no pudo superarlo. Después se reconoció una negligencia, pues el diagnóstico de Crohn fue erróneo; en verdad padecía estenosis intestinal aguda. Con intervención quirúrgica a tiempo la habrían salvado.

Solo se aportan dos casos a modo de ejemplo. No atribuiremos ninguna maldición. Como decía, a los hechos nos remitimos. He aquí uno que lo dejamos a la libre interpretación. Recordaréis en la escena final que en el socavón de la que futura piscina comienzan a surgir los restos óseos de los nativos americanos; no olvidemos que en la película se dice que la casa, al igual que toda la urbanización, se edificó sobre un cementerio; a sabiendas de ello. Pues bien, los restos óseos que aparecían en la película eran auténticos. No quisieron utilizar atrezo y de ahí surgió la leyenda —ojo, que no lo afirmamos y menos por respeto a la memoria de estos actores— de la maldición en torno por este motivo. Se cuenta, además, que la actriz que interpretaba a la madre de Carol Ann se vio exenta de esta maldición porque ella se involucró para que sus compañeros no utilizaran dichos restos óseos.

¡Y aquí viene El Exorcista! Lo primero que hay que destacar son las reiteradas declaraciones de la actriz, Linda Blair, quien interpretara a la protagonista, Regan, desmintiendo la maldición atribuida a esta película. Pero empecemos por el principio: la novela de William Peter Blatty. El libro fue fracaso y quizá lo habría sido de no ser porque el escritor fue invitado al programa The Dick Cavett Show. Era una tertulia dirigida a personalidades del mundo de la cultura. Un joven Stephen King apareció en otra ocasión. Blatty iba a compartir la tertulia con otros dos, pero uno ni apareció por no llegar a tiempo y el otro se marchó porque comenzó a sentirse mal del estómago. Tuvo cuarenta cinco minutos en prime time y todo el protagonismo para hablar sobre su libro. Así fue cómo el mundo conoció El Exorcista. Desde el día siguiente a la emisión se convirtió en el éxito que medio siglo después perdura. En este primer evento, no sé a vosotros, pero a mí me chirrió esa casualidad; ese algo que no encaja.

Sin pasar aún a la película —imaginemos todavía a Blatty escribiendo el guion—, los lectores reportaban casos extraños… y aun hoy lo siguen haciendo. Aquí entramos en fenómenos paranormales que dejamos a vuestra creencia o no. Algunos aseguran dejarlo en un sitio al terminar de leer y encontrarlo en otro lugar. Otros hablan de sentirse acompañados. Son testimonios que los creeremos o no. Yo os digo que hace no mucho iba a comprarlo, lo tenía frente al expositor, me lo pensé dos veces y lo dejé para otra ocasión. Reconozco que no quise comprobar la veracidad de estos testimonios. Cuando leáis la siguiente parte, me comprenderéis mucho mejor.

En torno al rodaje de la película tenemos sucesos como el incendio en el decorado que recreaba la casa. No es ningún misterio que lo único que salvó fue la habitación de Regan. Aquí ocurrió tantísimo que no vamos a detallarlo todo; estaríamos hasta mañana. Ya os digo que ocurrieron desde lesiones en el rodaje —unido a las particularidades de William Friedkin, conocido por algo como Willy el Loco— hasta desgracias al personal como vimos en Poltergeist. Si nombramos todos los que murieron o terminaron mal, como Linda Blair, no terminaríamos. Esto da para algo aparte.

Tampoco es un ningún misterio ni nada fantasioso lo acontecido a los espectadores: en sus propias casas, al igual que los lectores, experimentaron fenómenos y otros murieron incluso en la misma butaca de la sala de cine.

Si en la primera película los atribuimos a los restos óseos, en este caso hablamos de Ronald Edwin Hunkeler, quien, de niño, a raíz de unas sesiones de ouija, se le realizó el exorcismo en el que se inspiró Blatty. Hunkeler terminó siendo ingeniero de la NASA y más que por el exorcismo, fue famoso por participar en la misión Apolo 11 que llevó al primer hombre a la Luna.

La supuesta entidad demoníaca implicada en este exorcismo y protagonista en la obra —cuyo nombre siempre me reservo por lo que os contaré para terminar—, se consideraría real (para entendernos). Cuando tratas a una entidad real, máxime cuando faltas al respeto como en el caso de los restos óseos, la invocarás o la provocarás. En la misma ficción de terror este cliché lo vemos con frecuencia.

No podemos terminar sin referirnos a una buena fuente de inspiración o no (como siempre, según vuestro criterio), como son los docu-reality u otros programas en los que se realizan investigaciones e incluso rituales como los propios exorcismos. Recalco la inspiración, porque no vamos a hablar de la credibilidad de cada uno. El más famoso es Buscadores de Fantasmas. De entre el equipo, me considero fan de Nick Groff que lo he seguido en lo posterior junto a Katrina Weidman en Paranormal Lockdown. También en Discovery os recomiendo Paranormal Survivol, Hospital Paranormal o nuestros queridos Amy Bruni, Adam Berry y el médium Chip Coffey en Kindred Spirits. En España y, en concreto en Andalucía, tenemos a Diego Gamero y el equipo de Buscadores de Almas. Otras investigaciones que me gustan mucho son las del Grupo Zero y mis paisanos cordobeses de Objetivo Zero (la que realizaron en el colegio La Aduana es perfecta; ni espectáculo que desacredita ni tampoco aburrida) o el más famoso: el Grupo Hepta, quienes entre sus miembros se encontraba nuestra recordada sensitiva, Paloma Navarrete; entre eminencias como Aldo Linares, Sol Blanco-Soler y Piedad Clavero. Si queréis conocer más, aparte de visitar su web, os recomiendo en Netflix la serie Fenómenas.

¡Me ha quedado larguísimo! Lo prometido, la experiencia que tuve al consumir este tipo de contenido, la voy a dejar para la siguiente parte, la cual la voy a dedicar a contaros mis experiencias. Estoy tentado por añadir alguna como aquellos arañazos en la pared.... Mejor me contengo y lo dejamos para la próxima. Siento dejaros con la intriga. Os agradezco que una vez más hayáis entrado; hayáis tenido el valor de entrar.

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